Esa... esa droga, que poco a poco pasa a formar parte de ti, que te hace sentir demasiado frágil y demasiado vulnerable (como si fueras a romperte en mil pedazos de gritos en cualquier momento); ese maldito estigma que te va robando la cordura por momentos y acaba por transformarse en una pequeña llama, haciéndote creer que todo es posible...
Así que en ese instante en el que caminas entre la lucidez y la locura, entre los sueños y la realidad... ¿Te dejas llevar por sus efectos o te resistes a ellos? ¿Deberías dejar que todo se convierta en una noche eterna?